Dharana: la concentración plena

De los 8 pasos del yoga descritos en los Yoga Sutras de Patanjali, encontramos en el sexto lugar a dharana, la concentración plena, requisito indispensable y paso previo para la meditación profunda o dhyana, el séptimo paso antes del último que es Samadhi.

La naturaleza de la mente es estar en movimiento constante. Por eso la llaman “monkey mind” que va saltando de un pensamiento a otro. Además, vivimos en un momento repleto de distracciones, con lo que es necesario poner un poco de esfuerzo para trabajar la concentración, entrenar nuestra mente para que pueda estar menos dispersa y distraída.

En el yoga no es diferente. La mente puede estar muy activa en la práctica de asana, irse a otros pensamientos, puede ser impaciente durante la postura, esperando a la siguiente, o puede irse a pensamientos sobre la propia resistencia tipo “no puedo más” o, por el contrario, encontrarla demasiado sencilla y que nuestra mente crea que es aburrido o una pérdida de tiempo. Esto no pasa solo con los principiantes de yoga, sino que también puede suceder cuando la mente cree que ya domina perfectamente una postura.

Y no es sencillo darse cuenta de los mecanismos de movimiento de nuestra mente, dado que la acción en yoga nos puede dificultar su observación.

En la meditación es diferente, la quietud de la postura hace mucho más obvio el constante movimiento de nuestra mente. Podemos observar mucho mejor cómo pasamos de un pensamiento a otro sin darnos cuenta y la dificultad de estar todo el tiempo volviendo al momento presente.

Cómo practicar Dharana

Para entrenar la atención y poder mantener la mente enfocada, se suele utilizar un objeto de concentración, el cual puede variar en función de la práctica.

Practicar yoga con la intención de estar presente en cada asana nos permite cultivar la concentración. Solemos utilizar como objeto la respiración, para que nuestra mente pueda centrarse en ella como ancla.

Concentración en meditación

En la meditación también se suele utilizar un elemento de concentración, sea la respiración, un mantra, en un objeto externo (una vela o una imagen), un objeto mental o concepto (la compasión, el amor) o la visualización de una imagen.

Concentración con drishti en las asanas

En yoga utilizamos la mirada como objeto de concentración: en drishti, fijando la mirada en un punto durante la práctica de asana. Cuando los ojos están fijados en un punto, la mente se aquieta, es por eso que nos ayuda a concentrarnos en la práctica. Además, mejora la estabilidad y el equilibrio. Hay varios drishtis que se utilizan como Nasagrai Drishti (en la punta de la nariz) o Antara Drishti (mirada hacia arriba) o Broomadhya (mirada al entrecejo). Estos drishtis se practican mucho en el ashtanga yoga.

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Beneficios de practicar dharana

La práctica de la concentración es la puerta de entrada a la contemplación o meditación profunda (dhyana, el siguiente paso descrito por Patanjali). Para poder practicar la concentración, es necesario desarrollar la introspección, limitando la actividad mental al objeto de concentración. Con la práctica constante y su dominio, el nivel de concentración aumenta y surge dhyana, la contemplación profunda.

Es un proceso de aprendizaje y entrenamiento para nuestra mente, pero más allá de ese objetivo, la práctica de dharana por sí misma nos aporta muchos beneficios en nuestro día a día, como tener una mayor capacidad de aprendizaje, más memoria, menos estrés, menos dispersión y más concentración, con lo que seremos más eficientes en nuestras tareas y a la vez más eficaces, teniendo más tiempo para dedicar a otras cosas.

La concentración purifica y calma las emociones y clarifica la visión mental. Agudiza el intelecto, desarrolla la fuerza de voluntad, elimina inquietudes y aporta paz y fortaleza interna.

Herramientas para mejorar la concentración plena

En la práctica, dharana se aplica atendiendo a todo aquello que surge del objeto de concentración. Es decir, una vez se pone el enfoque en el objeto, la atención en él nos ofrece toda una serie de sensaciones de ese momento presente que sin ella nos es difícil observar. Por ejemplo, cuando estás en una asana de equilibrio y enfocas tu mirada y tu atención, puedes observar cómo tu cuerpo está colaborando y activando ciertas partes para lograr mantenerse, a la vez que puedes tomar consciencia y relajar aquellas que no intervienen, observar tu respiración y cómo tu mente se calma. De esa forma vemos cómo la concentración está en el objeto y en todo lo que surge de él.

Para seguir cultivando nuestra capacidad de enfoque, es importante entrenar la atención plena, no solo en la práctica de yoga y meditación, sino también durante nuestro día: cuando cocinas, cuando comes, cuando caminas… son momentos rutinarios que nos pueden servir para estar presentes en la acción, en mindfulness. Y estas herramientas también pueden ayudarte a mejorar la concentración:

• Sé gradual y constante en tu práctica de yoga y meditación.
• Cultiva la mente positiva
• Practica pranayama (ejercicios de respiración) cada día
• Trata de finalizar todo aquello que comienzas, sea una tarea rutinaria o del trabajo.
• Haz pequeñas pausas a lo largo del día, con unas respiraciones conscientes.
• Darte momentos de parar y simplemente contemplar, sin hacer nada.

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