¿Qué es la compasión y por qué es tan importante?

02-02-2023

La palabra compasión (en sánscrito: ᴋᴀʀᴜɴ̣ᴀ̄) es una palabra que se suele malentender, ya que la asociamos frecuentemente con lástima, pena o tristeza.

En realidad, la compasión no tiene que ver con esto; se define más bien como la disposición a estar con lo que es difícil en la vida, el sufrimiento (ya sea nuestro propio o de otro ser), junto con el coraje y la sabiduría para responder a ese sufrimiento de forma constructiva.

Diferentes tradiciones espirituales y la psicología moderna coinciden en que la compasión es parte de la naturaleza humana, es un instinto básico de cuidado y conexión que compartimos con todos los mamíferos.

Compasión y Acción

La compasión nace del reconocimiento de que en una cierta situación hay sufrimiento, y ese sufrimiento nos importa (empatía).

Pero la compasión va más allá de la empatía: incluye la intención y la motivación para aliviar ese sufrimiento o prevenir el sufrimiento futuro. De hecho, empatía y compasión activan zonas del cerebro diferentes: la empatía activa las zonas relacionadas con el dolor (que son las que nos permiten sentir el dolor ajeno como si fuera nuestro, y resonar empáticamente con ello) mientras la compasión activa las zonas del cerebro relacionadas con el amor, la pertenencia y la gratificación.

La empatía dice: “Siento que estés mal”.

La compasión dice: “Ojalá estés mejor. Quiero hacer algo para que así sea”.

Ese componente de motivación a la acción es lo que verdaderamente caracteriza la compasión, y lo que hace que, cuando actuamos movidos por la compasión, sintamos energía, coraje, fortaleza interior.

La semilla de la compasión está en todos nosotros, y existen muchas formas diferentes de hacerla crecer: meditaciones, prácticas y gestos cotidianos. Cuanto más cultivemos la semilla de la compasión en nuestros pensamientos, palabras y acciones, más la podremos expandir y ver reflejada en el mundo.

Amor y compasión hacia tí

La compasión y el amor se manifiestan en 3 direcciones o flujos:

  • Dar a los demás
  • Recibir de los demás
  • Darte a ti misma/o

Es muy importante que estos tres flujos estén en equilibrio: es decir, que la compasión y amor que damos a otras personas sea sostenida y equilibrada por la que recibimos de ellas y de nosotros mismos.

Y, ¿cómo darnos amor y compasión a nosotras mismas? ¿Cómo hacernos sentir que nos acompañamos, sostenemos, que podemos contar con nosotras mismas en todo momento?

Una forma de empezar a hacerlo es a través de darnos algo que fácilmente damos a los demás: unos gestos de cariño, protección, sostén, apoyo.

El hecho de apoyar las manos en nuestro propio cuerpo de un modo amable y cuidadoso puede hacernos sentir bien y ser algo importante al que podemos recurrir en momentos difíciles.

Te proponemos diferentes gestos que puedes probar, quizá con los ojos cerrados, saboreando las sensaciones que surgen en tí:

  • Las dos manos en el centro del pecho o una mano en el centro del pecho y la otra en el vientre: observando tu respiración y el movimiento de las manos, dándote tiempo para sentirte acompañada/o.
  • Una mano en la mejilla o acunar la cara entre las dos manos: cómo diciéndole a tu cabeza “te sostengo, puedes descansar”.
  • El puño sobre el corazón, rodeado por la otra mano: cómo recordándote “tengo la fuerza para transitar las dificultades, me acompaño”.
  • Autoabrazo (mano derecha debajo de la axila izquierda, mano izquierda encima del hombro derecho): es cómo decirte “estoy aquí para mi, me cuido”.

Cuéntanos en comentarios cual es el gesto que te hace sentir bien y resuena más contigo.

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La ciencia de la compasión

La investigación científica ha demostrado que la compasión activa una respuesta fisiológica muy beneficiosa para el organismo:

  • Segrega oxitocina (la hormona de la conexión y del amor, que es un cardioprotector) y dopamina (la hormona de la recompensa y gratificación, cuyos niveles se elevan cuando comemos chocolate, por ejemplo)
  • Tonifica el nervio vago, que es un indicador general de salud y bienestar.
  • Regula hacia abajo la reactividad emocional y, como resultado general, nos sentimos más calmados, felices y conectados.

Mayor bienestar a nivel físico y mental, mayor regulación emocional, más resiliencia, más propósito y sentido, menor sensación de soledad y aislamiento: todos estos son beneficios científicamente demostrados de la compasión.

Eso es algo extraordinario de la compasión: es beneficiosa a la vez para quien la ofrece y para quien la recibe. En otras palabras, cultivar la compasión hace que yo me sienta mejor mientras aporto algo constructivo al mundo.

Así lo describe con palabras maravillosas el Dalai Lama:

Desde mi limitada experiencia, he descubierto que el mayor grado de paz interior proviene del desarrollo del amor y la compasión. Cuanto más nos preocupemos por la felicidad de los demás, mayor será nuestra propia sensación de bienestar. Cultivar un sentimiento cercano y cálido hacia los demás hace que la mente se apacigüe.
Mientras vivamos en este mundo, es inevitable que nos encontremos con problemas. Si en esos momentos perdemos la esperanza y nos desanimamos, disminuimos nuestra capacidad de afrontar las dificultades. Si, por el contrario, recordamos que no sólo nosotros, sino todos los seres sufren, esta perspectiva más realista aumentará nuestra determinación y capacidad para superar los problemas. De hecho, con esta actitud, cada nuevo obstáculo puede ser visto como otra valiosa oportunidad para mejorar nuestra mente.
Así, podemos esforzarnos gradualmente por ser más compasivos; es decir, podemos desarrollar una genuina empatía por el sufrimiento de los demás y la motivación de ayudar a eliminar su dolor. Como resultado, nuestra propia serenidad y fuerza interior aumentarán.

La compasión es una fuerza capaz de transformar algo difícil, el sufrimiento, en algo significativo y constructivo.

que es compasión

Ampliando el círculo de la compasión

La compasión nace de la empatía y se expande cuando abrazamos nuestra humanidad compartida, quizá la enseñanza más poderosa de este camino: el reconocimiento de que todos estamos unidos y somos iguales ante las alegrías y sufrimientos de la vida.

Todos los seres, humanos y no humanos, compartimos el deseo, en lo profundo, de ser felices y no sufrir.

Reconocer la verdad de la humanidad compartida nos permite ampliar nuestro círculo de compasión, alimentando el deseo de contribuir al bienestar de todos: incluyendo en “todos” no sólo nuestros seres cercanos y queridos (hacia los cuales normalmente la compasión surge de forma instintiva), sino también seres menos cercanos, incluso desconocidos, y personas difíciles para nosotros.

Así lo expresó Albert Einstein:
El ser humano es parte del todo que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Está convencido de que él mismo, sus pensamientos y sus sentimientos, son algo independiente de los demás, en una especie de ilusión óptica de la conciencia. Esa ilusión es una cárcel para nosotros, nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por los pocos que tenemos más cerca. Nuestra tarea tiene que ser liberarnos de esa cárcel, ampliando nuestro círculo de compasión, para abarcar a todos los seres vivos y a toda la naturaleza.
Cultivar la innata capacidad compasiva de nuestro corazón -esa semilla que está en todos nosotros-, ampliar nuestra mirada para abarcar la humanidad compartida y actuar de forma constructiva, es lo más importante que podemos hacer hoy para enfrentarnos a la crisis social, política y medioambiental que tenemos delante.

Por ser algo tan importante y transformador a tantos niveles, cultivar la compasión siempre ha sido el camino y el propósito fundamental de la práctica de yoga, meditación y de toda tradición espiritual.

Un corazón sin miedo

En palabras de Geshe Thubten Jinpa, maestro de la tradición budista y referente de los estudios sobre la compasión:

Como seres humanos, nunca estamos realmente libres de la compasión. Nacimos a la merced del cuidado de otras personas. Hemos crecido y sobrevivido porqué hemos recibido el cuidado y el afecto de otros. Incluso siendo adultos autónomos, la presencia o ausencia del afecto de otros define en gran parte nuestra felicidad o miseria. Esta es la naturaleza humana – somos vulnerables, y es algo bueno. Un corazón sin miedo abraza esta verdad fundamental de nuestra condición humana.
Podemos desarrollar la valentía para ver y estar de forma más compasiva en el mundo, para vivir nuestras vidas con el corazón abierto al sufrimiento – y la felicidad – de estar vivos en este planeta. Es conectando con otras personas, haciendo una diferencia para ellas, que nuestras vidas importan, adquieren valor y propósito. Este es el poder de la compasión.

Que podamos regar y que florezca la semilla compasiva que ya reside en nuestro corazón, en nuestro propio beneficio, el de todos los seres y de nuestro hermoso planeta.

Namasté.

Texto escrito por Candida Vivalda.

Puedes seguirla en su Instagram @candidavivalda.

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