¿Te habías dado cuenta que en momentos de estrés, de agobio o de miedo tu respiración se aceleraba?
El miedo nos hace huir o nos paraliza. Para superarlo hay que aprender a salir de tu zona de confort para seguir adelante.
No me considero como una persona miedosa pero tampoco soy muy aventurera. Me gusta tener la situación “under control” para hacer las cosas bien y evitar imprevistos.
Has visto esta bellísima película de los años 90 “The Big Blue” del director Luc Besson en la cual un campeón de apnea se ve atraído por las profundidades del mar.
Siempre me ha dado miedo el fondo azul oscuro del mar, si no veo el fondo no me gusta nadar en mar abierto, si no tengo botellas de buceo no me gusta ir bajo el agua. Quizás tenga que asumir que soy miedosa en el mar….
En Filipinas he experimentado mi primera clase de inmersión en apnea, algo que siempre me ha dado miedo por instinto. Y esta vez estaba frente a un reto, bajar a 8-10 m de profundidad sin botella solo con mis pulmones llenos de aire. En una piscina no hay problema me siento como un calamar en el agua pero ahora tocaba la versión para adultos!
Inmersión en apnea
Este curso empezó con una larga sesión de respiración completa, un tipo de pranayama con exhalación por la boca que permite desarrollar el control de los músculos de la respiración y aprender a relajar el resto del cuerpo para gastar poco oxígeno. Hasta ahora todo me pareció muy familiar por mi lado yogui. Luego añadimos momentos de retenciones de aire (a pulmón lleno) de 60 seg. En estos ejercicios no llegue nunca a los 60 seg, añadiendo una cierta ansiedad al miedo que ya tenía. En yoga no respiramos por la boca (solo en casos concretos para descargar tensiones), a veces en pranayama hacemos retenciones (kumbaka) pero cortas; estas nuevas pautas de respiración me desestabilizaron un poco.
Cogimos una barca para acercarnos a la isla desnuda “Naked island”, un islote de arena blanca de 150m de largo sin ni un árbol ni roca, plantado en medio del mar turquesa. Allí el fondo del mar se ve perfectamente, no es muy profundo unos 8-10m, el agua está a 26 grados y no hay corriente ni tiburones para mirarte, las condiciones perfectas para probar la inmersión en apnea.
Mikey, nuestro instructor y Christine su asistente/novia (también profesora de yoga) instalaron una boya con un peso atado a un cable que nos iba a servir de guía para bajar y nos enseñó como bajar usando el cable.
Allí, cogiendo la boya en una mano y el cable en la otra estuve respirando un buen rato por la boca para relajarme, calmar la respiración y el corazón pero me costó mucho atreverme a lanzarme por miedo de encontrarme en el fondo sin aire. En la primera inmersión baje rápido y al ver que llegaba casí al fondo di la vuelta dando con las aletas sin pensar ni saber si podía aguantar más, el instinto de sobre vivencia me controlaba.
En la segunda, Mikey me aconsejó cerrar los ojos, hacer mi ejercicio de respiración, inspirar profundamente y hacer la inmersión sin pensarlo dos veces con los ojos cerrados y así lo hice. Al no dar información visual a mi intelecto, me tranquilice, bajando tirando del cable sin precipitarme y subí a la superficie tranquilamente también. El miedo es psicológico. A ver, si saltas en el agua desde un acantilado de 20 metros entre la roca, el miedo es objetivo porque el riesgo es real. La mente puede crear malas pasadas creando historias, sentimientos, valorando una situación con criterios subjetivos, creando una realidad que no es. Por supuesto mi capacidad pulmonar es más que suficiente para bajar y subir 8m en menos de 1 minuto, pero mi mente tiene miedo, no se lo cree, se hace una película y me paraliza.
A través de una respiración consciente pude alejarme y desconectar del objeto y motivo de mi miedo, y así conseguí bajar hasta el fondo del mar sin agobio, ni prisa con una sensación de bienestar parecida a la meditación. Como retenía el aire dentro sin expirar, todo se hacía en total silencio bajo el agua (vs el ruido de las burbujas en buceo), notaba en mi pecho y oía el latido de mi corazón porque ese momento tenía la mente muy presente y concentrada para realizar el ejercicio. Es una experiencia meditativa muy agradable aunque sea muy breve. La respiración es clave para controlar las emociones, nos ayuda en calmar la mente agitada, en volver en centrarnos en lo esencial.
Si te encuentras delante de una situación, una tarea o una asana que te provoca miedo y ansiedad, aíslate en un sitio tranquilo o cierra los ojos para no dejarte impresionar por el entorno y haz un ejercicio de pranayama que conoces, y si no conoces ninguno, haz unas 10 o 20 respiraciones lentas conscientes. No busques un razonamiento para quitarte el miedo sino aléjate del objeto. Como si mirases una película de horror sin el sonido, cuando la “pobre chica” camina sola en el bosque de noche , verás que sin la música hay menos efecto sorpresa cuando surge el loco con su hacha ensangrentada.
Cuando tienes miedo en hacer algo, cómo lo superas?
Xuan Lan es instructora de yoga y meditación mindfulness. Tiene formación en Vinyasa (200 h), Jivamukti (75 h), Dharma yoga (200 h), Intensivo de Ashtanga (50 h) y Yoga para trauma (20 h). Además, también ha estudiado Gestión del estrés y Regulación Emocional con Mindfulness en la UOC (Universidad Oberta de Catalunya).
Es autora de 3 libros: "Mi diario de yoga", "Yoga para mi bienestar" y "La buena hija vietnamita".
Cuando tienes miedo en hacer algo, cómo lo superas?
Haciéndolo! 2-3 respiraciones profundas y terapia de choque 🙂
En el caso de que no vaya a disfrutar porque el miedo y la tensión sean mayor que las ganas de vivir la experiencia, marcha atrás y a preparar la próxima!