El silencio se ha convertido en un lujo, no hablo solo de aislarse del ruido ambiental, sino también del ruido en nuestra mente.
Asia y el silencio
Me acuerdo de lo que nos dijo Julie, nuestra profesora de yoga en un retiro en Knong Kiaw al norte de Laos: “la gente viene de vacaciones al sur este asiático para encontrar la tranquilidad, pero se olvidan que aquí no hay silencio”. Estuve 4 meses de viaje por Asia desde la India hasta Filipinas pasando por Birmania, Laos, Vietnam y Camboya y te puedo asegurar que Julie tenía razón. Que fuera un pueblo perdido en la montaña, una ciudad pequeña o grande, un retiro al borde de un río siempre había ruido, de gallos, perros, coches, pájaros, animales desconocidos, motos, barcos, bodas de 3 días y 3 noches de música, entierros con cantos por micrófono, karaokes, etc. ¡Suerte que lo sabía y que me había hecho tapones a medida!
Por supuesto que existen lugares tranquilos sin todo este ruido externo, y en Europa cuando vives cerca o en un centro urbano, la contaminación acústica es una realidad y nos hemos acostumbrado en vivir en este entorno.
El ruido de nuestra mente
Por otro lado, hay el ruido interior que contamina nuestra mente. Según el maestro zen de mindfulness Thich Nhat Hanh llenamos nuestra vida de ocio, actividades, información, ruido, fiestas, móviles para evitar estar solos con nuestro ser profundo y dejar que surjan los dolores reprimidos de nuestra mente inconsciente. Cada vez más gente practica la meditación y el yoga para conectar con ellos mismos, sino la mente no desconecta porque no la dejamos descansar para no encontrarnos y enfrentarnos con nuestros miedos y dolores.
Se han puesto de moda los retiros y vacaciones “digital detox” donde te quitan el móvil y te aprenden a liberarte de esta adición. Otros van a retiros de meditación vipassana donde se quedan en silencio durante 10 días. Existen restaurantes en Nueva York o Londres donde no puedes usar tu móvil y comes en silencio para descansar la mente.
Por eso digo que el silencio se ha convertido en un lujo porque ya no es algo normal y accesible, la gente lo busca, lo necesita y algunos pagan para conseguirlo.
Vivir en el silencio es imposible al menos que seas un ermita en una montaña, pero dar te momentos de silencio para meditar, descansar la mente, conectar contigo misma es una necesidad sana.
He tenido dos experiencias recientes que me gustaría compartir por si te puede animar en probarlo.
Mindfulness: comer en silencio
Hace poco fui a un curso de mindfulness o plena consciencia en la tradición de Thich Nhat Hanh con la Universidad de verano de la Ramón Llull. A la hora de comer, practicamos comer plena consciencia, o mindful eating, y en silencio. ¿En qué consiste? Comer en silencio por supuesto pero de manera muy consciente y sin prisa. Alimentarse ya no es una acción automática de llevar el tenedor a la boca sino que se convierte en un momento especial en el cual disfrutas cada olor, gusto, sabor, textura, ruido, emoción que suscita el alimento y también estás consciente de cada pensamiento, emoción en cada instante.
Te recomiendo otro artículo de mi blog si quieres saber más sobre los beneficios del minfulness.
Te das cuenta que la gente que come sola suele hacerlo rápidamente de manera automática y al mismo tiempo consulta el móvil, lee el periódico o un libro, mira la TV, ocupando su mente con mucho “ruido”.
Comer en silencio con los compañeros del curso fue una primera experiencia muy agradable, interesante que repetí poco tiempo después en un lugar muy especial en Italia.
Escapada rural para descansar la mente
Eremito Hotel del Alma es un hotel espiritual perdido en los bosques de Umbría donde se habla en voz baja, se pide el silencio en los pasillos y la cena vegetariana se sirve en silencio. En ese hotel sin internet ni cobertura de móvil con su fondo de música de cantos gregorianos se respira paz y tranquilidad.
La mayoría de los huéspedes viajan solos para aislarse del caos urbano buscando disfrutar una estancia tranquila. Los ves leyendo, escribiendo, tomando el sol, meditando, practicando yoga solo, o aprovechando el spa (hammam de piedra), no hay ruido o gente conversando en voz alta, se respeta el espacio de cada uno y no se propone ninguna actividad. Es la antitésis del resort…
La cena en silencio está servida a todos los huéspedes juntos en un antiguo comedor austero de monjes iluminado solo por velas para descansar la mirada y dejar que los sentidos se abran a los sabores y la mente se abra al momento presente, no hay distracción visual ni de información. Mi atención estaba enfocada en el momento presente (no había tampoco otra opción)la buena comida masticando más de lo habitual, escuchando y no oyendo la música de fondo, oliendo y saboreando los platos, tomando el tiempo entre cada bocado, atenta a los demás clientes para no empezar hasta que estemos todos servidos, compartíamos una cena, unos platos, un momento, una mesa pero sin hablar.
¿Has probado una comida/cena en silencio alguna vez? Te das momentos de silencio en tu cotidiano?
Xuan Lan es instructora de yoga y meditación mindfulness. Tiene formación en Vinyasa (200 h), Jivamukti (75 h), Dharma yoga (200 h), Intensivo de Ashtanga (50 h) y Yoga para trauma (20 h). Además, también ha estudiado Gestión del estrés y Regulación Emocional con Mindfulness en la UOC (Universidad Oberta de Catalunya).
Es autora de 3 libros: "Mi diario de yoga", "Yoga para mi bienestar" y "La buena hija vietnamita".
uuoooo!!! fantastico post! hace un par de semanas fui a mi primer retiro en silencio..uuuffff que experiencia tan intensa.
Allí ha sido donde por primera vez he experimentado en momento de comer rodeada de gente, pero en silencio y con plena consciencia en comer.
..me ha encantado tu publicacion!
un besote
http://www.zumitodecesped.blogspot.com